martes, 5 de octubre de 2010

El lado oscuro pero a la vez claro de las mujeres de la noche, en Ajijic.



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El lado oscuro pero a la vez claro de las mujeres de la noche reunió en el espacio del bar El Camaleón de Ajijic, a diez artistas de la región y de la zona metropolitana de Guadalajara. Con la propuesta de presentar su propia visión de las mujeres nocturnas los artistas llenaron la estancia principal con obras que movieron al público asistente esa noche de sábado 2 de octubre, ese que seguimos diciendo que no se olvida. La parte de la acción la desempeñamos los músicos Moy Ramírez y Poncho que presentaban material del disco trovaderías, y yo que interactuaba con ellos después de cada canción con la lectura de un poema. El Camaleón sufrió de lleno total esa noche. Después de los músicos invitados se subieron al estrado de la lira las hermanas Naty y Alejandra Romo que nos llevaron hasta el final de la velada (por lo menos hasta que nos echó la policía). Esa noche pudimos ver entre los asistentes a maestros del arte de la talla de Antonio López Vega, Tiburcio, Xilotl, Manuel Santillán, Martorrev, Santiago Hernández, Dolores Ausencio, Francisco González "Pozole Chico", Alberto Ortiz y a promotores culturales como el buen Betorock. Los dejo con algunas de las imágenes de la velada y con el texto de introducción de la expo.



Los Reunidos
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Moy Ramírez y Poncho
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El Churro
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El buen Alfonso
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Su majestad la poesía
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El Maestro Tiburcio
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In Fragganti
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Lectura
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Alberto Ortiz, Santiago Hernández y Xilotl
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Parte de la obra presentada
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Interpretando material de trovaderías
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Xilotl, Julio, Chile, Plane y MZP.




El claroscuro de las mujeres nocturnas

Decir noche, noche profunda, noche perenne, noche como de bosque que se extiende por todo el firmamento, es inmediatamente pensar en un firmamento en el que laten estrellas y una luna de hojaldre apenas se sostiene, se pensar también en alguna botella de cualquiera de esos licores que nos han servido y aún siguen sirviendo para evadir por momentos esta realidad que nos oprime y nos convierte en animales de rutina y gris monotonía; y decir noche, noche de agua pasada, noche infinita, es pensar, también, inevitablemente en la mujer. Noche y mujer nacieron para complementarse, son dos caras de una misma moneda que nadie posee y que al final, sirven para comprarlo todo. No hay noche sin mujer ni mujer sin noche, al menos no que valgan la pena.

Decía Agustín Lara que todas las mujeres son en el fondo aventureras. Pero esta especie de mujeres, las nocturnas, son también rarísima estirpe de seres mitológicos, y no porque hayan ya desaparecido, sino por la cantidad de cosas que son capaces de hacer con tan poco esfuerzo. Están dotadas, ellas, de poderes tan extraños y son al tacto tan huidizas como el vapor y el aire, provocan miradas de impotencia, reviven fantasmas, invocan sonrisas de cómplices esperanzas y levantan de algunos las reducidas ansias. Las mujeres de la noche, usando armas letales tan efectivas como unos tacones que se escuchan desde la distancia, un poco de labial de color irrecordable, un hilo de voz como de cascada en primavera de manzano, un caminar con el vaivén del universo, enrarecen todo el espacio y se declaran reinas indiscutibles de los reinos que ellas mismas van creando.

A nosotros, por quererlas, nos han llevado prisioneros, nos han dado la muerte o nos la hemos provocado, nos hemos quedado hasta sin nombre, pero también, en devoción a esta hermosa especie, hemos sido merecedores de una flor inmarchitable, que sólo se abre ante la fuerza del cálido viento de nuestra voz y nuestras ganas, de la cárcel más exquisita, de la ciega estadía en lo que muchos dan por llamar un mismísimo trozo de cielo derramado.

Y henos aquí, hoy, dedicados a las mujeres de la noche, que se retiran siempre en el alba, tomando el riesgo ante cualquier infierno que se despierte, llevándonos la vida entera, realizando esta ofrenda de arte, música y poesía.

Mario Z Puglisi

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